Por Rubén Sánchez González
La crisis de salud por la que atraviesa el planeta actualmente obliga al ejercicio de reflexión sobre diferentes tópicos. Entre ellos, los cambios provocados por la geografía humana y la geografía física, en la conformación de las sociedades en cada país y los efectos en la política de cada Estado, deberán estar en el centro del debate una vez que logre paliarse lo que ha constituido una emergencia prácticamente sin precedentes para la humanidad.
Y no sólo eso, la realidad obligará, como en muchos de los procesos históricos y jurídicos, a adaptar las leyes y la política en forma posterior a los acontecimientos sociales, si no se toman, desde ahora, las previsiones necesarias.
Además del evidente impacto económico que la paralización, casi total, de
sectores productivos y sus correspondientes cadenas de distribución ha generado, las secuelas serán marcadas y generarán cambios, tanto internos como externos, en la forma en que estarán integradas las fuerzas laborales en dichos sectores.
El desplazamiento de personas en busca de oportunidades de trabajo que les permitan asegurar la subsistencia propia y la de su familia será una consecuencia directa de las actuales condiciones y las naciones menos afectadas o con una capacidad de recuperación más rápida serán, por obvias razones, una opción para emigrar.
Este fenómeno migratorio se verá acentuado en los próximos meses y años a raíz de la necesidad surgida de un problema de salud que ha generado pronósticos negativos en la gran mayoría de las economías.
Esta nueva conformación de la geopolítica comenzará a ser notoria, en mayor medida, en cuanto se regularice el tránsito de personas, vía aérea, marítima y terrestre, algo que debería ocupar un espacio en la agenda de los gobiernos.
Dejar de lado el tema implicará sumar a la lista de problemas aquellos derivados de un inapropiado control migratorio, en algunos casos, de políticas policiales al abordar el tema migratorio, en otros, o de grupos humanos varados en las fronteras de un tercer país, a la espera de una solución a sus solicitudes de asilo o refugio.
La migración debe ocupar una posición privilegiada en el análisis para la generación de políticas públicas adecuadas que no vayan un paso atrás de la realidad o que no correspondan con el marco legal de derechos fundamentales que rige en el mundo.
Más allá, pese a que habrá naciones que endurezcan el rigor con que una frontera política se interpone en el viaje de un migrante o aumenten los requisitos para emigrar legalmente e incorporarse a la fuerza laboral que la compone, debe buscarse la aceptación de la necesidad de la migración, tanto de quienes se van como de quienes llegan a un territorio, para encontrar planteamientos que respondan adecuadamente a este acontecimiento inherente a la humanidad.

Abogado postulante, con experiencia en los sectores público y privado, en las áreas de derecho migratorio, auditorías, civil, mercantil y juicios de defensa de derechos fundamentales. Maestrante en Educación Basada en Competencias. De igual forma, ha desempeñado el oficio de periodista para prensa escrita, radio y televisión. Habitó temporalmente en Montreal, Canadá, y en Lyon, Francia, para llevar a cabo proyectos en relación con la lengua francesa. Actualmente, realiza labores de consultoría en materia migratoria y litigio civil y de defensa de derechos fundamentales.
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