Encanto, por fin una película con arepas mágicas

Ilustración: Nancy Baltazar

Por Manuel García.

No recuerdo muchas cosas de mi infancia, pero en mi cerebro tengo perfectamente grabado cuando mi papá me llevó a ver Aladdin al cine. Llegamos tarde, entramos a la mitad de la película y nos quedamos a ver el principio de la siguiente función, gracias al ya extinto “cine permanencia voluntaria”. Esto explica por qué después del clima, las películas que hemos visto últimamente es el segundo tema más recurrente con mis papás en nuestras llamadas semanales.

Siento que esta anécdota nunca es suficiente para explicar la razón de dedicarme a la producción audiovisual, como si Disney no fuera suficientemente artístico. Y me pregunto: ¿En serio creen que lo que hace Disney, Chris Columbus o Judd Apatow no es una obra de arte? Y es que, para mí, Steve Carell gritando “Kelly Clarkson” en Virgen a los 40, o Wall-E enamorándose de Eva son momentos tan trascendentales para el cine como Robert De Niro preguntándole a su reflejo: “Are you talking to me?” en Taxi Driver.

Dejando esto en claro y después de que los verdaderos amantes del cine ya están leyendo algo más pretencioso, les cuento que esta semana vi “Encanto”, la nueva película de Disney Pixar, situada en un pequeño pueblo escondido en las montañas de Colombia.

La película animada número 60 de Disney ya está en todas las salas de cine en Canadá (y muy pronto en Disney +), y cuenta la historia de “Los Madrigal”, una familia en la que todos sus miembros tienen algún poder, menos “Mirabel”.

Los poderes de Los Madrigal van desde la súper fuerza, modificar el clima y hasta curar las heridas con arepas mágicas. Todo esto proviene de una vela que pertenece a la abuela y que da poder a su “casita”. En la película vemos a Mirabel que, aunque no es la única en saber que algo está pasando, es la que tiene las agallas de enfrentarse a la abuela para hacer algo al respecto.

Está película me hizo recordar cuando Disney estrenó “Coco” hace casi 4 años, una película situada en un pequeño pueblo de México. Cuando salió en el cine, Nancy, mi esposa, ya se había mudado a Toronto, y todavía no nos habíamos casado. Yo seguía en México trabajando, y como ir al cine es algo que siempre hemos disfrutado juntos conseguimos dos funciones con un horario similar y la fuimos a ver los dos juntos en dos salas de cine, una en la Ciudad de México y otra en Toronto. Esta película tuvo la magia de acercarnos a pesar de la distancia, tanto entre nosotros como a nuestra cultura, y el mismo acierto tiene “Encanto” en esta ocasión.

Como Pixar nos tiene acostumbrado, la animación de Encanto está hecha con tanto detalle que nos permite ver el traje típico colombiano que utiliza Mirabel, así como los dulces y juguetes típicos.

La gran diferencia entre “Encanto” y otra producción de Disney es que la aventura de Mirabel está detrás de las paredes y las puertas de su propia casa, no necesita ir a “La tierra de los muertos” como en Coco, o al espacio como en Wall E. 

Y como no podemos hablar de Bruno, no contaré más detalles de esta magnífica película, pero de lo que sí podemos hablar es del magnífico trabajo del hijo de padres Puertorriqueños Lin Manuel Miranda. Es tan claro su estilo en el Soundtrack que no es necesario que lo hayan puesto en los créditos. Mezcla Son, Salsa y cumbia con Rap y R&B, creando un increíble puente entre la tradición latinoamericana y la actualidad. El ganador del Tony gracias a “Hamilton” compuso, además de las canciones que interpretan los protagonistas, un par de canciones interpretadas por Carlos Vives y Sebastián Yatra.

En la sala de cine en la que vi “Encanto”, un niño empezó a bailar con el ritmo del acordeón de la música de los créditos al final de la película, y eso demuestra el poder del cine de conectarnos a la cultura latina que atinadamente celebra está película.

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